Cada vez que este camionero hace paradas en carretera en el restaurante donde trabajo, le doy como postre mi rico coño. Cuando termina de comer me echa miradas libidinosas que me calientan, se sale a la parte trasera del restaurante donde me espera, y casi en pleno campo nos damos unas buenas cogidas. Me baja los calzones, me desbotona la blusa y me monta en su verga para empezar a comerse mis chichis, yo sólo le grito “más, más, más” y el güey se caliente más y se pone como perro caliente que no llena de tanto sexo que le doy.
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